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Apéndice a un debate abortado, sobre el anonimato y el ataque

Viernes 6 de diciembre de 2013

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El debate es la exploración a profundidad de un tema a través de una confrontación entre dos o más partes, cada una con su propia posición. Contrario a los que piensan que los debates deben evitarse para no causar divisiones, nosotros pensamos que los debates deben ser alimentados. Esto porque el propósito de un debate no es declarar a un ganador ante el cual todos deben inclinarse sino para enriquecer el conocimiento de todos. Éstos aclaran las ideas. El señalamiento y la confrontación de diferentes ideas – esto es un debate! – aclara los puntos oscuros y indica debilidades. Es lo que todos necesitamos sin excepción. Ayuda de cada una de las partes que participan en el debate a fin de perfeccionar, corregir o reforzar sus propias ideas, ayuda a cualquier persona en el debate a decidir qué posición tomar (lo que sea, una posición, otra posición o ninguna de las posiciones en debate).

La historia del movimiento anarquista está llena de debates. Todos útiles, aunque a veces dolorosos. Por desgracia, también está llena de debates perdidos, diferentes ideas nunca confrontadas dejando a cada uno con sus propias certezas (o dudas) iníciales. Menos mal, ¿porque de esta manera se podrían evitar las polémicas estériles? en nuestra opinión no; peor aún, nos impide las discusiones fértiles.

Uno de estos debates que no se toma está relacionado con el uso de siglas en representación de organizaciones reales, reivindicando las acciones directas contra lo establecido. Debate que, aunque importante, pareciera haber sido abortado desde su nacimiento.

En el plano internacional, una apertura a favor de este debate ha sido propuesta en la Carta a la galaxia anarquista que apareció a finales del 2011 [1]]. Esta carta fue una presentación de ideas a favor del anonimato y contrarias al uso de siglas organizativas y reivindicativas. También hablaba de perspectivas insurreccionales, así como del concepto de informalidad y de la multiplicidad del ataque.

Exactamente un año después, en noviembre de 2012 [se puede ver en Contrainfo], en ocasión del encuentro internacional anarquista en Zúrich, Suiza, los anarquistas de la Conspiración de Células del Fuego han dado a conocer un texto en el que presentaron sus argumentos a favor de la utilización de siglas organizativas y por qué son contrarios al anonimato. También expusieron algunas ideas más generales sobre la intervención anarquista, tanto en lo que se refiere a las "luchas intermedias" como a la formación de grupos de guerrilla urbana. Bien, partiendo de ideas diferentes, cada una de las partes ha hecho su presentación. Para lanzar el debate, lo único que quedaba por hacer era empezar a confrontarlas. Es lo que han hecho por ejemplo los anarquistas que en agosto de 2013 lanzaron el texto titulado El anonimato, escrito que explícitamente parte del texto de la CCF para criticarlo y debatirlo.

En ocasión del Simposio Anarquista Internacional celebrado en la ciudad de México en diciembre de 2013, la CCF ha distribuido un texto (“Seamos realmente peligrosos... para la difusión de la Internacional Negra†) en donde el párrafo que trata sobre "FAI, siglas y el anonimato desde la" galaxia anárquica", comienza con la siguiente declaración: "Estamos al tanto de la deprimente polémica lanzada en contra de la FAI por compañeros y "compañeros"; afirmación que reduce lo que debería ser un debate a favor de todos, a una polémica en contra de algunos. Además hace una distinción entre los que han tratado de iniciar un debate de este tipo, diferenciando entre compañeros y "compañeros" (?). Esta contribución se refiere explícitamente a ciertos textos como la Carta a la galaxia anarquista y El anonimato, calificando a este ultimo como "un escrito hecho por un anarquista de la tensión del anonimato político [...] sin ningún espíritu de compañerismo†. Hubiera sido posible y deseable un debate cuya finalidad fuera la profundización de las ideas, evitando precisamente el bloqueo y cierre del espacio con "pros" y "contras†fáciles, pero nos parece que acusaciones como "teóricos que no hacen nada" más bien ponen fin a la discusión. Entonces, podríamos haber callado y dejarlo ir. De hecho, nos habríamos ahorrado más bien la tentativa de alimentar un debate que – contrariamente a lo que pensaban los autores del Anonimato – aparentemente no se desea.

Así que si tomamos la palabra es sólo porque no queremos que ningún silencio sea confundido con una sugestión, por desgracia, idea errónea que estos días oscuros y tristes pudiera nacer. Es por eso que, a pesar de su aparente inutilidad, creemos que es importante escribir un apéndice a un debate que ha sido abortado. Apéndice final, que es poco probable que hayan seguido, desgarrado a regañadientes, sólo para no aparecer obsequiosos.

¿Qué cosas se sostienen en el texto El anonimato? Básicamente dos cosas. En primer lugar, en orden de aparición pero no de primordial importancia, es el hecho de que el anonimato es preferible desde el punto de vista llamado "táctico". La persistencia identitaria le da mayor espacio al poder judicial para hacer que lluevan los cargos de asociación sobre los compañeros; ya que en lugar de dejar la tarea a la policía y a los fiscales de inventar “una organización†(como la represión ya lo ha hecho muchas veces en la historia del anarquismo) mirándose a si mismos en el espejo deformante de su espectáculo represivo, los anarquistas fascinados por la identidad organizacional las ofrecen directamente a los investigadores. La represión siempre tratará de reducir la subversión a una sola organización (real o inventada), a un solo grupo o incluso a un par de individuos, para tratar de cavar un abismo entre los supuestos "actores" y los "espectadores" y reducir el pantano de la subversión anarquista revolucionaria así como la tensión singular entre afinidades e individualidades, la informalidad, la transformación y la multiplicidad de los ataques y de los métodos, a un patrón que refleja su estructura autoritaria (dado que los jueces no conocen otra cosa y no son capaces de concebir la existencia de una subversión generalizada e incontrolable) con la traducción judicial de roles (líderes, tesoreros, estrategas, dinamiteros, pistoleros, partidarios, saboteadores, ...) que son completamente contradictorias a las ideas antiautoritarias y anarquistas. Debido a que estas ideas empiezan desde el individuo – la capacidad del individuo de pensar, de actuar y de relacionarse con los demás en la lucha contra el poder –, y rechazan la adhesión o la absorción del individuo a estructuras que mutilan su voluntad y sus ideas. Es evidente que la represión va a golpear a los anarquistas de todos modos, incluso si no hay siglas, la cuestión no es que nos avergüenzan nuestras acciones o ideas. En este sentido, la cuestión no es más que complicar la tarea del poder judicial con la finalidad de prolongar las hostilidades, para que perduren y para siempre ir ampliando un espacio de combate para otros anarquistas y rebeldes que se lanzan a la batalla. La acción anónima – y con anónima nos referimos a la acción acompañada por el silencio absoluto, a las acciones seguidas por comunicados mínimos, sin siglas, sin acrónimos, o al menos sin siglas recurrentes – no ayuda al enemigo en su obra represiva; aparte del hecho en sí mismo, el enemigo tiene que inventar todo solo, nadie dice "yo fui", nadie le da más elementos (como por ejemplo ciertos códigos lingüísticos que son utilizados en las reivindicaciones, una sigla organizativa...) que sirven para identificar a los autores.

Los anarquistas de la CCF no responden a estas observaciones hechas en el texto el anonimato a través de una cita de la Odisea de Homero. Ellos se limitan a afirmar que "el conocimiento superficial es peor que la ignorancia"; y recuerden que "Ulises, dejando la isla de Polifemo, gritó desde su nave:" Yo, Ulises, les cegué...". Terrible es de ver cuando alguien cae e intenta agarrar a las ramas del árbol. Ulises reivindicó su acto sólo después de salir de la isla del enemigo, cuando considera que esta seguro en su barco (y eso a propósito, en contra del consejo de sus propios compañeros). En otras palabras, reivindica su acción sólo cuando piensa que la guerra con los cíclopes ya ha terminado. Mientras que la guerra estaba en curso, se mantuvo en silencio.

Pero dejamos los mitos literarios. El segundo punto del anonimato es que sólo la ausencia de identidad emergente por encima de los otros, también a causa de la manipulación de los medios de comunicación, permite la igualdad. Donde no hay líderes, no hay seguidores. Donde no hay celebridades, no hay admiradores. Donde nadie aparece, nadie puede ser puesto atrás. En la oscuridad del anonimato todos son iguales. Qué sentido tiene ir de hacer un paso más que los otros insurgentes oscuros que están atacando el poder?
En su contribución al Simposio en México leemos que "La FAI es simplemente la comunidad invisible [sic!], donde se encuentran los deseos de ataque contra nuestra época". Pero ¿por qué el deseo de atacar nuestra época debe reunirse sólo en el espacio limitado de tres letras, y no en la subversión de todo el alfabeto? Un argumento de los anarquistas de la CCF refleja el deseo de diferenciarse de los anarquistas que corren detrás de la izquierda. Pero ¿por qué debería ser un nombre el que marque la diferencia de los sindicalistas ineptos y listos militantes ciudadanistas y no la propia aplicación de la acción directa como una expresión de una conflictividad permanente, y no astutamente alterna? También leemos que "las acciones hablan por sí mismas a través de los comunicados, porque marcan una distancia de la “oposición anarquista ", que a veces puede quemar un banco en el nombre de los pobres y en contra de la plutocracia del capital con el fin de demostrar que al menos hace algo". No, células irascibles. No va a lograr vendernos esta clase de confusiones. O las acciones hablan por sí mismas, o hablan mediante las reivindicaciones. No es lo mismo y nunca ha sido lo mismo. Según vosotros las acciones hablan a través de los comunicados. Según nosotros, hablan por sí mismas. Hemos aquí el nudo de la cuestión.

No necesitamos buscar muy lejos para encontrar algún ejemplo. El primero de noviembre en Atenas, alguien abrió fuego en contra de algunos miembros de Amanecer Dorado. Dos fascistas están muertos. Una acción que habla por sí misma. Con los fascistas no se discute, no se negocia, no se pide al Estado democrático que retire sus tropas de asalto. No, se lucha contra ellos directamente, sin mediación, con todos los métodos de ataque que uno considera adecuados. Ese día, cuando esa acción fue anónima, anarquistas de todo el mundo la han saludado. Subversivos de todo el mundo la han saludado. Muchas personas ordinarias en Grecia y el resto del mundo la han saludado. ¿Qué más se necesitaba? ¿De qué manera la reivindicación del 16 de noviembre por parte del Escuadrón Revolucionario Popular Combatiente enriqueció la acción? De ninguna manera. No, la reivindicación más bien debilitó la acción, relegándola a la identidad y la ideología de uno de los muchos grupúsculos del movimiento revolucionario. ¿Habría sido diferente si en lugar del ERPC, había sido reivindicada por el GRA, o FLG o BPC o BRKJ o XJT o ZZPPHQWX? Claro que no. El año pasado [ndt: hace dos años], algunos compañeros han mostrado a través de un ataque preciso que lo nuclear es vulnerable. Esta acción puso en evidente que hay personajes responsables y que es posible atacarlos. En qué sentido la reivindicación posterior enriqueció la acción? ¿No fue esta una acción clara, precisa y apropiada?

Sí, las acciones hablan por sí mismas. No necesitan de comunicados pomposos. Son las organizaciones combatientes quienes necesitan reivindicaciones para imponer su hegemonía sobre el movimiento, para hacer brillar su luz más que el resto de la galaxia revolucionaria, para convertirse en las estrellas de referencia, rodeadas por los satélites.

Se podría argumentar que, si las acciones se mantienen en el anonimato, podrían hacer sido realizados por motivos que no se comparten, o por razones que no son apreciables. O que incluso podría ser el trabajo de fuerzas siniestras, de la mafia o del crimen organizado, de los fascistas o del mismo Estado. Y por eso, para evitar cualquier confusión y porque la violencia no es un privilegio de los anarquistas o antiautoritarios, deberíamos reivindicarlas. Pero en el espejo de la gestión democrática de la paz social y del cadavérico espectáculo, las palabras siempre pierden su significado. Las ideas anarquistas no pueden ser difundidas sino de una manera anarquista, en la lucha misma, lejos de las garras del Estado. Si no son mutiladas dependiendo de las necesidades de control y producción de consenso por parte del poder. La confusión organizada es un aspecto fundamental de la represión, incluso un pilar, pero no se puede romper con un comunicado o una reivindicación. Uno solamente puede romperlo en los espacios de lucha en donde las palabras y sus significados son forjados por los propios rebeldes para dialogar entre sí; sin mediaciones y sin representaciones.

Si los ataques propuestos y llevados a cabo por los anarquistas tratan de destruir a los amos y a las estructuras de dominación, lo que importa entonces es la propia destrucción. Queremos la libertad y por eso debemos destruir lo que nos sofoca. Bien, de la libertad – o el caos, si prefieren –, aunque fuera temporal o efímera, pueden surgir tendencias hacia la anarquía, así como pueden surgir tendencias hacia cosas mucho menos bonitas. No podemos pretender que esto dependa de las reivindicaciones: dependerá solo de las ideas que seamos capaces de formular y difundir, de la comprensión y del análisis que los anarquistas sabrán hacer de la realidad cambiante o derrocada por los ataques y las revueltas. Aquí llegamos una vez más al problema fundamental: el pensamiento y la dinamita, como sostenía un anarquista a finales del siglo XIX. La dinamita no puede sustituir a las ideas, las ideas no pueden sustituir a la dinamita. Son dos aspectos íntimamente ligados del anarquismo que corroen la sociedad autoritaria: sus ideologías como sus estructuras, sus hombres como sus valores, sus relaciones sociales como sus policías. La relación entre estos dos aspectos es la perspectiva y el debate actual debería tratarse de eso. El problema de la perspectiva no puede ser resuelto mediante el envío de un comunicado pomposo o reforzando una organización-identidad-logo ni mediante la repetición de las mismas banalidades básicas del anarquismo, o lo que se asemeja más a un credo del individualismo.

A la CCF no le agradan “los que se esconden detrás del anonimato". Han elegido un nombre y "este nombre es FAI y es nuestro ‘nosotros’. Un ’nosotros’ colectivo... ". Esto nos hace pensar en aquellos enredados militantes anarquistas del pasado que reprochan a un Emile Henry por no haberse dejado arrestar como un Auguste Vaillant; básicamente por no haber querido reivindicar su acción en el lugar de los hechos (precisamente porque quería seguir atacando!). La organización CCF propone: "dejar atrás la galaxia teórica ​​anarquista "que predica el anonimato político sin hacer nada†. Porque si queremos decir la verdad, una parte de la tensión del anonimato político oculta esencialmente su miedo a la represión detrás de sus teorías". Que los compañeros anónimos siguen estando "detrás" de la CCF, eso es seguro. Considerada la manía de la CCF de ir por delante, para mostrarse, para tomar la palabra... Pero decir que los compañeros y compañeras que han decidido no dejar sus acciones a merced de los mass media, que desean seguir siendo "individuos oscuros entre otros individuos oscuros", lo hacen sólo para ocultar su inactividad o su miedo a la represión, esto es realmente una demostración de un circulo vicioso. Un argumento perfecto para anular cualquier debate: los que critican lo hacen sólo porque no hacen nada y tienen miedo.

Pero el deseo de permanecer en el anonimato, al mismo tiempo expresa el rechazo a cualquier vanguardismo y el intento de escapar de las garras de la represión con el fin de prolongar las hostilidades, no por vergüenza de la propia acción. Por otro lado, el impulso reivindicativo no siempre ha existido. O acaso, Ravachol, Henry, Novatore, Di Giovanni... se "escondían" detrás del anonimato? No, simplemente actuaban. Sin la necesidad de mirarse en el espejo mediático que refleja constantemente el propio logo identitario. Y cuando sus acciones no eran claras o comprensibles, era el movimiento anarquista entero – a través de los debates, periódicos, carteles, folletos... – que trataba de hacerlas entender, porque después de todo, pertenecían a todos aquellos que se reconocieran en la lucha anarquista. Así, el pensamiento y la dinamita trataban de ir de la mano, dos aspectos del anarquismo en el espacio de la perspectiva de lucha. Pero sí, esa era la vieja anarquía.

Hoy escuchamos más y más evocar una “Nueva Anarquía". Lo ridículo de esta pretenciosa afirmación lo demuestra el mismo nombre. Ya desde el último milenio, los anarquistas en España e Italia, Francia y Argentina, aquí y allá... crecimos con el estribillo monótono de los viejos militantes anarcosindicalistas que pretendían que los verdaderos anarquistas son los que pertenecen FAI (Federación Anarquista Ibérica, la Federación Anarquista Italiana, Fédération Anarchiste Française, Federación Obrera Regional Argentina...). Fuera de la FAI no hay salvación, sólo ambigüedad. Fuera de las organizaciones representativas del anarquismo, no hay nada. Pues bien, hoy en todo el mundo hay anarquistas que así mismo nos recuerdan que los verdaderos anarquistas, los de la praxis, son sólo quienes pertenecen a la... FAI (Federación Anarquista Informal). Como mucho pueden tolerar a los que aceptan afiliarse a la Internacional Negra o a los que, “por motivos estéticos†actúan de manera anónima, como lo describe la CCF. “La Nueva Anarquía†no muestra nada nuevo, no es otra cosa que una reproducción de la vieja: federaciones, programas, acuerdos, reivindicaciones, siglas y eslóganes rimbombantes.

Varios textos han intentado y siguen intentando abrir el debate sobre el tema de la informalidad, y también la Carta a la galaxia anarquista se ha enfocado en este punto. Quedamos perplejos al ver cómo seriamente pueden pretender vendernos una organización revolucionaria estable, un acrónimo permanente y formal, un método de actuación rígido, siempre el mismo y definido de antemano (realizar una acción, a continuación escribir un comunicado y difundirlo), como si esto fuera la informalidad. Incluso en el sentido más simple de la palabra "informal", que indica la ausencia de cualquier formalización, parece difícil sostener que una sigla no es una formalización. Así pues, la Federación Anarquista Informal, el Frente Revolucionario Internacional, y todo lo demás, no son organizaciones informales. El problema no es pelearse por tener la patente de la palabra "informal" (no nos interesa la construcción de un partido con sus dogmas y sus definiciones a priori, siempre separado de la lucha misma, es decir, parasitario), sino la confusión generada que impide un debate real. Si uno es partidario de la construcción de una organización anarquista combatiente permanente, basta decirlo claramente para que sea entendido por todos los anarquistas. Si uno es partidario de un enfoque sindicalista de la lucha, que acepta la lógica del poco a poco y de la lucha reivindicativa para mejorar lo existente con el fin de hacer crecer la famosa "conciencia proletaria", no sirve de nada (excepto para sembrar la confusión) presentar este enfoque como si se tratara de un enfoque insurreccional. La informalidad, como siempre la hemos entendido, es el rechazo de toda estructura fija, el rechazo de programas, de métodos establecidos, de siglas, y de cualquier representación. Por ende la informalidad y la organización informal sólo existen en los continuos experimentos entre compañeros y compañeras que profundizan su afinidad y proponen planes de ataque y lucha mutuamente. La informalidad no tiene textos de fundación o representantes. Existe sólo como un apoyo a la lucha anarquista, a los anarquistas que luchan, a fin de ser capaces de lograr lo que queremos. En su contribución, los anarquistas de la CCF dicen "Por supuesto, la FAI no tiene la exclusiva. Es por eso que nuestra propuesta no es un crecimiento cuantitativo de la FAI. [...] Nuestra propuesta es organizar células armadas y grupos de afinidad, formando una red internacional de anarquistas de la praxis†. Ahora, nos preguntamos si la propuesta es la multiplicación de los grupos de afinidad (aquí no vamos a entrar en detalles sobre el uso de una palabra como "célula" que se parece – al menos históricamente, aunque tal vez eso era ’la vieja anarquía’ – a la jerarquía y la organización partidaria); entonces por qué la FAI? Como apoyo a esta propuesta? Pero un grupo de afinidad es el encuentro entre individuos y la autonomía real de acción, no es el elemento básico de una gran superestructura, y menos aún de una superestructura determinada ya hace años. El vínculo entre los grupos de afinidad puede ser la informalidad, es decir, el intercambio de ideas y perspectivas, el desarrollo de proyectos comunes, es un recorrido nunca concluido, siempre en evolución, siempre sin formalización. La propuesta de la FAI solo pone rejas al amplio terreno de la informalidad.
El Estado, los partidos, las asambleas, las organizaciones... todas estas entidades que están fundadas en un ’†nosotros colectivo†: de ciudadanos, militantes o activistas; ni siquiera saben lo que es el individuo. Nosotros, por el contrario estamos enamorados al individuo, con sus pensamientos, con sus actos únicos y singulares, tanto cuando está solitario como cuando esta en plural, porque su sendero se cruzó con los de otros individuos. Es por eso que odiamos al Estado y a los partidos (que son siempre autoritarios) y desconfiamos de las asambleas y organizaciones (aunque a veces puedan ser libertarias). A diferencia de la CCF, no pensamos en absoluto que el "yo rebelde" pueda encontrar un hogar en el "nosotros colectivo". A diferencia de las diversas reivindicaciones de la FAI, no nos interesa distribuir certificados de buena o mala conducta a los anarquistas que tratan de luchar, definiendo a unos como "anarquistas de la praxis" y a los otros como los "teóricos que no hace nada." Una mentira infame que cierra el espacio al debate y la profundización, la afirmación que los únicos anarquistas que atacan al poder son los que apoyan la propuesta de la FAI y los que se quedan en silencio, incluso cuando no están de acuerdo con la hegemonía ideológica que intenta imponer la FAI (por la fuerza de las cosas o por otros medios) sobre el anarquismo informal y sobre las prácticas de ataque y sabotaje. Hoy el debate y las discusiones hacen mucha falta en el movimiento anarquista internacional y también las propuestas prefabricadas están cerrando más puertas y espacios para la subversión que abrirlas. Es esta preocupación la que nos ha llevado a participar en este debate abortado y la misma nos seguirá animando.


[1La carta a la galaxia anárquica – Letter to the anarchist galaxy –, se puede encontrar traducida en diversas web como la interrumpida culmine.org, ya que la traducción es pésima lo cual genera que las ideas vertidas sean poco comprendidas en su totalidad. La carta a la galaxia anárquica esta escrita en un tono tanto diferente al presente texto y fue fruto de incómodos más que de un debate que era el propósito de dicha critica. Una parte por compañeros y compañeras quienes se sintieron tocados por los expresado en el texto, mientras que otra por la insistente negativa de los compañeras y compañeros a entrar en la discusión. [Notas del traductor